martes, 15 de junio de 2010

Sobre el contento (qana´ah)

El contento significa que uno debería estar satisfecho con lo que tiene y no codiciar más. El contento, por otro lado, no quiere decir que uno tenga que adoptar una actitud despreocupada o pasiva respecto a sus medios de vida o sustento, sino que tiene que calibrar cuidadosamente cada acción en relación a sus resultados en esta y en la otra vida.

(...) Feliz es el hombre que ha sido bendecido con la riqueza de la fe, que además tiene los medios suficientes para cubrir sus necesidades, y cuyo corazón no ambiciona más.

Una persona puede tener inmensas riquezas, pero si su ansia de poseer no tiene limites, jamás podrá lograr paz interior, y su condición interior no será mejor que la de un mendigo. Y al contrario, quien tiene lo suficiente para desarrollar su vida y se contenta con ello, esa persona es interiormente rica, aunque materialmente pueda ser considerada pobre.

• Abû Hurayrah relató que el Enviado de Allâh dijo: “La riqueza no consiste en abundancia de posesiones (katratu ‘l-‘urûd) sino que la riqueza es la riqueza del alma.” (Bujârî)

• Abû Darr dijo: El Enviado de Allâh dijo: “¡Abû Darr! ¿Piensas que la abundancia de bienes materiales es la riqueza?” Yo dije: “Sí”. Dijo [el Profeta]: “¿Piensas que la escasez de bienes materiales es la pobreza? Yo dije: “Sí”. El Profeta lo dijo tres veces, y luego dijo:”La [verdadera] riqueza y la [verdadera] pobreza están en el corazón.” (Tabaranî)

Aunque en la consecución de la felicidad influyan indudablemente las cuestiones materiales, es la actitud interior la que en definitiva aportará la tranquilidad y la felicidad.

• Abû Sa’îd al-Judrî relató que unos hombres acudieron al Enviado de Allâh y le pidieron algo, y él se lo dio. Le pidieron de nuevo y volvió a darles, hasta que cuando se terminó todo lo que tenía les dijo: “Los bienes que tenga no os los escatimaré ni los guardaré para mí. Y quien se abstiene [de plantear sus necesidades a la gente] y se mantiene independiente [de las gentes], Allâh le hace continente y le da independencia, y a quien es paciente [en los momentos difíciles] Allâh le hace paciente. Y nadie recibe un don más amplio que la paciencia.” (Abû Dâ’ûd)

• Hakîm ibn Hizâm contó: “Le pedí [dinero] al Enviado de Allâh y me lo dio. Luego le pedí [de nuevo dinero] y me lo dio. A continuación me dijo: “¡Hakîm! Ciertamente esta riqueza es agradable (jidrun) y dulce, mas quien la toma con desprendimiento (sajâwatu ‘n-nafs), es bendecido en ella, y quien la toma con codicia (ishrâfu ‘n-nafs) no es bendecido en ella y es como el que come sin saciarse, y la mano que está arriba es mejor que la mano que está abajo.” Dijo Hakîm: Dije entonces: “¡Enviado de Allâh!¡Por Aquel que te ha enviado con la Verdad! ¡No tomaré nada de nadie, después de ti (lâ arza’u ahadan ba’daka shay’an), hasta que abandone este mundo!” (Bujârî y Muslim)

Ambos ahâdit nos muestran que la persona con recursos materiales escasos debe de abstenerse de pedir en la medida de lo posible, procurando no depender de los demás y afrontando las dificultades con decisión, y que si se conduce de esa manera recibirá el auxilio de Allâh.

Un ejemplo de contento, de templanza y sobriedad lo encontramos en el grupo de Compañeros –en un principio formado por muhâyirun, emigrados de la Meca- del Noble Profeta conocidos colectivamente por el nombre de Ashab as-Suffa, quienes en número de entre 300 y 400 vivían en un espacio techado pero no cerrado situado en la mezquita del Profeta en Medina, y que dedicados por completo al servicio del Islam carecían por completo de recursos materiales propios. Su extremada pobreza sin embargo jamás les impulsó a pedir, y refiriéndose a ellos Allâh dice en el Sagrado Corán:

لِلْفُقَرَآءِ الَّذِیۡنَ اُحۡصِرُوۡا فِیۡ سَبِیۡلِ اللہِ لَا یَسْتَطِیۡعُوۡنَ ضَرْبًا فِی الۡاَرْضِ ۫ یَحْسَبُہُمُ الْجَاہِلُ اَغْنِیَآءَ مِنَ التَّعَفُّفِ ۚ تَعْرِفُہُمۡ بِسِیۡمٰہُمْ ۚ لَا یَسْئَلُوۡنَ النَّاسَ اِلْحَافًا

“[la limosna es] para los pobres que están en la miseria por haberse dedicado a la causa de Allâh y que no pueden desplazarse por la tierra. El ignorante los considera ricos a causa de su abstinencia. Tú les reconocerás por su aspecto. No importunan a los hombres pidiendo.” (Corán, 2:273)

Dice el Imâm al-Qurtubi en su comentario del Corán:

“Eran esos pobres los preferidos por el Mensajero de Allâh, los cuales no tenían familia ni riqueza alguna. Fue por lo que se les construyó unos asientos (suffah) para su acomodo en la mezquita del Profeta. Dijo Abû Darr: ‘Yo era de la gente de la Suffah y cuando se nos hacía de noche nos arrimábamos a la puerta del Mensajero de Allâh y él ordenaba a cada hombre que pasaba de los muhâyirûn o los ansâr que se dejara acompañar por otro hombre de la gente de la Suffah para comer con él. Quedaban unos diez o menos, y cuando le traían la cena al Profeta cenábamos con él y una vez que hubiésemos terminado nos decía: “¡Dormid en la mezquita!” (Compendio de Tafsir del Corán, tomo 2, página 145. Traducción de Zakariya Maza Abû Mubârak)


• ‘Abd Allâh ibn ‘Amru dijo: El Enviado de Allâh pronunció un sermón y dijo: “¡Protegeos de la avaricia, pues ésta ha destruido a quienes os precedieron. Les ordenó la mezquindad y fueron mezquinos, les ordenó cortar [las relaciones de parentesco] y cortaron [las relaciones de parentesco], y les ordenó la inmoralidad y fueron inmorales.” (Abû Dâ’ûd)

• Abû Hurayrah relató que el Enviado de Allâh dijo: “Lo peor que puede haber en un hombre es avaricia inquieta y temerosa [shuhhun hâli’un] y cobardía alocada [yubnun jâli’un)” (Abû Dâ’ûd)

Es decir, una persona codiciosa y avariciosa está continuamente atormentada por el pensamiento de cómo conseguir tal o cual cosa y con el temor de perder lo que tiene, mientras que al cobarde sus temores irracionales le impiden lograr cualquier estado de paz o tranquilidad.

Para resumir lo dicho sobre el contento citamos el siguiente poema del Imâm al-Nawawî (1233-1278):

“Descubrí que el contento es el fundamento de la riqueza
Y a él me aferré,
Éste, pues, a su puerta, no me verá
Aquél tampoco suplicar su atención.
Vivo rico sin un dirham
Y ante los hombres marcho semejante al rey.”
(Citado en al-Mawâd al-Ghaytiyyah, vol. 2, pág. 29, de Ahmad bin Mustafa al-‘Alâwî)

El Noble Profeta Muhammad nos ha mostrado el método para generar en nosotros el contento con lo que tenemos y el agradecimiento a Allâh por los dones que nos concede cuando nos dice:

“Mirad a quienes están en un nivel [material] inferior al vuestro, pero no miréis a quienes están en un nivel [material] superior al vuestro, porque esto haría insignificantes a vuestros ojos los favores [que os ha concedido Allâh]” (Sahîh Muslim, kitâb al-zuhd, hadît nº 7070)

Para finalizar, una breve súplica que el Noble Profeta Muhammad nos enseñó, recomendando su frecuente recitación:

Allâhumma qani’nî bimâ razaqtanî wa bârik lî fîhi
¡Allâh, conténtame con el sustento que me das, y bendícemelo!

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