lunes, 5 de enero de 2009

No necesito gritar

Precisamente al sádico asesino, al que usa ciegamente la violencia, hay que decirle, desde la elevación moral del que vive en paz: eres débil, has perdido el control. Yo no me rebajo hasta caer tan hondo como tú has caído. Yo soy más fuerte y yo estoy más seguro. No necesito gritar, no estoy desesperado. Puedo empatizar, puedo ver más allá. Yo puedo esperar. No torturo, no mato, no secuestro, no lanzo bombas, no intimido, no doy miedo, no soy un fanático. Respiro, lleno los pulmones de aire y puedo perdonar. Y tú con tu inhumanidad eres el mayor de los derrotados y el mayor de los perdedores.

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