Pregunté al imam si pensaban poner un cartel con el nombre de la mezquita en árabe, castellano y euskera. Él me respondió: "¿Para qué? Todos en el pueblo saben lo que es esto y dónde estamos”. Yo sin embargo sigo convencido de que hay que poner carteles grandes y claros en castellano, árabe y euskera en las entradas de los oratorios, y comunicarse lo más posible con los vecinos y con la población no-musulmana del lugar.
Por fin, antes de salir de la reunión, le entregué al imam, escrito en su cuaderno, el nombre de la Comunidad islámica y de la mezquita en castellano y euskera. Y Allah sabe más.
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