viernes, 21 de junio de 2013

El origen del sufrimiento

A veces, en las personas que suelen mostrarse agresivas con los demás, ya sea verbalmente o físicamente, el origen está en algunos hechos que han intentado tapar durante un largo período de tiempo y que les causaron un trauma o complejo.
La educación que hemos recibido la mayoría en la infancia, no ha ayudado mucho a evitar este problema, pues se tiende a crear ideas equivocadas, como que la masculinidad, el poder, la fuerza, etc., se demuestran mejor de forma agresiva, pero esto es totalmente erróneo. Se suele confundir además la agresividad (completamente negativa) que produce consecuencias muy nocivas en los demás, con la asertividad (absolutamente positiva) y cuyos resultados son siempre un bien para quien la demuestra y para quien la recibe. Lamentablemente, es difícil saber por qué se producen hechos como el maltrato psicológico o emocional, pues suele darse en todo tipo de ambientes y sectores sociales, familias y colectividades de todo tipo, pero es muy común en nuestros días.
Seguramente, te has topado con alguien que ha utilizado contra ti el maltrato verbal o el chantaje emocional. Pues te daré una noticia que muchas personas desconocen: La mayoría de las personas que maltratan, de la forma que sea, son seres dependientes de aquellos a los que maltratan. Descubrir esto, suele resultar chocante para la víctima, pues es ella quien se cree dependiente, pero esto le ocurre por este motivo, precisamente. El maltratador depende de su víctima y por eso intenta conseguir que esta dependa de él, pues es la finalidad inconsciente del deseo de dominación que siente. Que no se vaya de su lado; que no tenga una vida propia y ajena a la suya; que no sea capaz de hacer cosas por sí misma, no vaya a superarle; que no se valore por si se da cuenta de que es mejor; y otras muchas, son las razones que llevan a una persona a maltratar psicológicamente a otra, pues cree que esta es la única forma de retenerla a su lado, o de continuar sintiéndose por encima o creyéndose mejor. Necesita, de cualquier manera, llamar la atención de la persona a la que trata mal, ya sea con malas palabras, con juegos emocionales, o incluso mostrando cierta indiferencia o condescendencia que desde luego, no son tales, sino que son disfraces para aparentar una seguridad que no tiene. Ambos, víctima y persona que maltrata, tienen baja autoestima pero hay una diferencia, la de la víctima está destruida por el maltrato. La de quien maltrata, es así, debido al complejo de inferioridad que siente con respecto a ella.
Una consecuencia de la autoestima dañada y de padecer algún sufrimiento, es la pérdida o la confusión de tus propios valores. Esto hace que te sientas inseguro y en ocasiones incluso falso, como si ya no supieras quién eres, ni cómo eres. Saber qué cosas son las más importantes para ti; qué no volverías a permitir en tu vida; qué cosas quieres que estén siempre en ella; etc, es muy importante. El amor, la pasión, la  verdad, la libertad, la comprensión o la bondad, son los valores que todos solemos querer en nuestras vidas, pero seguramente hay muchos más que quieres tener. Recupéralos y no los olvides, te fortalecerá saber que están ahí y que ya nunca volverás a caminar sin ellos. “Los valores se relacionan con la identidad y nos importan realmente; son los principios fundamentales según los que vivimos. Actuar en contra de nuestros valores nos hace incongruentes. Los valores nos motivan
y dirigen, son los lugares importantes, las capitales de nuestro mapa del mundo”, John Grinder.
Miriam, la protagonista de mi novela “La viajera de la felicidad (De Profundis Ediciones)”, tuvo una vida realmente difícil, porque le hicieron daño. Se sentía frustrada y se despreciaba a sí misma. A pesar de eso, creía que la vida de los demás era peor que la suya y esto le hacía sentirse culpable cuando estaba triste o enfadada. Para ella fue un gran alivio comprender que su vida no había sido de las mejores y que no tenía por qué seguir haciendo como si nada hubiera pasado. Era el momento de reconocer el origen de su sufrimiento. Y tú, ¿eres capaz de reconocer el origen de tu dolor?
(Mar Cantero Sánchez, escritora, coach y asesora literaria)

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